Pulmonía

Hoy es la tercera noche que paso en el hospital. Mientras espero a que vuelva la enfermera para que le cambie el suero del gota a gota, aprovecho para distraerme un poco. Observo a mi pequeña mientras duerme, ahora respira más lentamente y sin a penas dificultades.  Se ve tan pequeñita en esta cama de hospital, ahora más que nunca parece un angelito.Ya no tiene fiebre y empieza a ser la niña mandona de siempre. Ya sólo queda que se recupere un poco más y que vuelva a comer. Mi pequeña tragona no come, sólo se alimenta de yogurts. Hasta que no ingiera más sólidos no le quitarán el suero. Ahora la estoy observando y me estremece verle su brazito vendado y con el goteo puesto.  Queda poco para volver a casa, quizá mañana ya nos vayamos y atrás queda lo mal que lo pasamos viendo a mi pequeña a cuarenta de fiebre y echando flemas con sangre. No sé de dónde salen las fuerzas, pero aunque te estés rompiendo por dentro, ahí estás, tranquilizando a tu pequeña, como si no pasara nada.

Cuando en urgencias me dijeron que mi niña tenía pulmonía, empecé a llorar por dentro, pero debía sonreír y abrazarla mientras le ponían la vía para hacerle análisis y prepararla para el ingreso. Se portó de maravilla, no se movió mientras le pinchaban. La vía quedo obstruida y tuvieron que volvérsela a poner. No podía soportar ver a mi pequeña en esa situación.

Ahora el cansancio me puede, pero debo estar alerta para avisar cuando se acaba el antibiótico inyectado en el suero.

Al menos me reconforta mirar a mi pequeña y verla dormir placidamente, parece que lo malo ya pasó y pronto volveremos a casa los tres juntos.